Si pudiera formular una ecuación para la paz, en primer lugar, intentaría acercarme a ella planteando un límite e imaginando a la PAZ como una función racional que resulte directamente proporcional a ciertos factores e inversamente proporcional a otros. Intuyo que, al resolver este límite, pudiera encontrarme con una indeterminanción del tipo infinito sobre infinito. Sigo imaginando: los libros me facilitan los próximos pasos y, usando la regla de L’Hôpital, resolver esta indeterminación es posible.
A continuación, te presento algunos de los hallazgos:
1. Factores directamente proporcionales a la PAZ
- LA COHESIÓN INTERNA: es la capacidad de aunar nuestras partes, en apariencia fragmentadas. La paz comienza por integrar nuestros valores, creencias y emociones, desechando aquellos que ya no nos identifican o que generan problemas con los demás. La cohesión es fundamental dado que, si estamos fragmentados, no podemos unirnos con ningún otro.
- LA ÉTICA Y GENEROSIDAD: Este factor podría resumirse en ser una persona digna, enfocada en lo suyo pero dispuesta a colaborar con los demás independientemente de la cercanía o distancia que consideremos que nos separa. La paz tiene que ver con un actuar ético que nos contemple y contemple a los demás. Este actuar genera un aprecio especial y nos lleva a establecer lazos de calidad que perduran en el tiempo.
- LA ACEPTACIÓN DE LA REALIDAD: Hay un libro cuya introducción resume a este factor en la siguiente frase: “Nada irreal existe, nada real puede ser amenazado, en eso radica la Paz de Dios” U.C.D.M.
2. Factores inversamente proporcionales a la PAZ
- LA CULPA: Ya sea por autocondenación o por la dificultad de perdonar, la culpa es un obstáculo para la paz. Como personas, acumulamos pasado y narramos historias sobre lo ocurrido. Pero si no concluimos el ciclo de estas “Cuentas por cobrar” y “Cuentas por pagar” en un lapso breve, viviremos desfasados en el tiempo buscando una paz que no se puede saldar.
- ACTUAR NEGANDO LA VOZ INTERIOR: Un enemigo para la paz es negar al alma y actuar acorde a lo establecido o para dar una imagen que espera retribución en la complacencia. Es una traición en primera persona (aunque todas las traiciones son a uno mismo) que nos lleva a acumular resentimiento, infelicidad y nos aleja de la armonía más vital: el ser uno mismo y compartirse como tal.
En conclusión, la paz es un equilibrio delicado entre factores que la potencian y otros que la debilitan. Aunque su ecuación es compleja, su solución es simple: ser auténticos, éticos y generosos. Al trabajar en estos factores, podremos crear un mundo más pacífico que nos permita vivir y convivir en conexión real con los demás.